jueves, 24 de diciembre de 2009

Turkemenistan
















Despues de Iran y siguiendo los pasos de las caravanas de la Ruta de la Seda entramos en Turkmenistan con una visa de transito de cinco dias. Ashgabat, su capital, es un sitio extrañisimo, aparentemente vacio de vida, grandes avenidas habitadas por ostentosos edificios y monumentos, una gran masa de patriotismo construido a capricho de su ex presidente Niyasov. Para que os hagais una idea,este escribio un libro, Ruhnama, El libro del Alma, que es una interpretacion de la historia, cultura y espiritualidad turkmenas, y que es obligatorio en las escuelas y otras instituciones publicas, incluso se dice que si lo lees 100 veces tienes asegurado un sitio en el paraiso.

Un dia, desde Asghabat, viajamos 100 kilometros hacia el oeste, hasta Kuw Atta, un lago subterraneo de agues sulfurosas de 75 metros de largo, 25 de ancho y 18 de profundidad. Afortunadamente, el lugar no esta explotado turisticamente y apenas hay cuatro bombillas alumbrando el descenso y un cambiador de hojalata. Y alli nos bañamos a 36 grados de temperatura. El lago estaba oscuro, muy oscuro, en cualquier momento salia la serpiente ciega del fondo y nos engullia...

Solo nos quedan 2 dias para que venza la visa y hay que decidir que ruta tomamos: hacia el norte cruzando el desierto de Karakum y pasando el crater de gas hasta las legendarias ciudades de Konge-Urgench y Khiva (ya en Uzbekistan) o hacia el este por la ciudad de Merv. Atemorizados por la precariedad e incertidumbre del transporte, nos decidimos por la ruta mas comoda (en tren nocturno), la del este, para dormir en Turkmenabat y pasar al dia siguiente hacia Uzbequistan a Bukhara. En el compartimento del tren conocimos a dos hermanas, Mehri y Gulshat, que volvian a casa despues de una semana de trabajo en su negocio de fruta en Ashgabat. Nos invitaron a su casa donde esperamos un dia para cruzar la frontera.

La frontera esta menos desierta que la de Iran con Turkemenistan, y el contraste es mucho menor. La ocupacion rusa de estas tierras uniformizo, aparentemente, su aspecto. Entre los dos puestos militares, hay una tierra de nadie de mas de 2 kilometros habitada por camioneros, procedentes sobre todo de Iran y Turquia, que esperan su turno de paso (hasta dos dias). Cruzar este no lugar fue increible pues nos fuimos encontrando con la gente cuyos paises habiamos visitado los meses anteriores. El reencuentro fue muy emotivo. Todavia en shock por la entrada a Asia Central, la cercania de los iranies nos hizo sentir un poco melancolicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario