viernes, 22 de enero de 2010

Sichuan: Emei Shan y pueblos tibetanos










Desde hace cientos de años, los chinos visitan las montañas sagradas. A pie, en silla porteada o ‘a caballito’ suben hasta el cielo familias enteras, parejas de enamorados, madres con sus hijos, abuelas y abuelos…para hacer sus plegarias en los maravilloso templos que las habitan. Estos lugares sagrados lejos de ser un territorio virgen están preparados para un peregrinaje cómodo, donde funiculares, caminos pavimentados y puestos de comida suavizan el trayecto. Si para nosotros la montaña tiene que ser un encuentro con la naturaleza, para los chinos, siempre prácticos, es otra cosa.

Sin motivo religioso alguno y con ganas de ejercicio y de verde, subimos Emei Shan, al sureste de Chengdu, acompañados de una pareja de alemanes y durante tres días subimos escaleras sin parar, espantamos a los monos (¡malignos!), dormimos en tranquilos y fríos templos con monjes ausentes, y admiramos el sobrecogedor paisaje interrumpido por las nubes que atravesábamos. A partir de los 1300 metros de altura, la nieve nos obligo a ponernos unos crampones artesanales que poco tenían que envidiar a los más sofisticados. A una hora de la cima llegamos a ‘chinalandia’, donde se encontraban los cientos de turistas chinos que habían subido en autobús o en funicular. En vez de seguir, paramos a reponer fuerzas mermadas por el ejercicio de la ascensión y la comida sencilla de los monjes. Nos bastaron un par de platos y unas cervezas, a parte de las condiciones climáticas, para decidir abandonar en este punto el ascenso y regresar cómodamente en autobús a la base.

Desde Emei Shan nos dirigimos hacia el oeste de la provincia de Sichuan, hacia Kanding, Damba, Zaouglu y Jaijou, pueblos ya tibetanos. Desde que el Tíbet perdió su independencia en 1950, su visita –posible únicamente en compañía de un guía oficial (chino)- requiere de permisos múltiples y otras tantas restricciones. Nos han contado que el viaje no merece la pena a no ser que uno sea capaz de hacer los malabarismos necesarios para asegurarse una visita libre. Sin embargo, si uno quiere conocer la cultura tibetana no hace falta, desafortunadamente, ir al Tíbet (allí uno va a conocer la ocupación china del Tíbet), basta con acercarse al Himalaya desde las provincias chinas de Sichuan o Yunan.

Cuando bajamos del autobús en el primer pueblo, Kanding, nos vinieron a saludar decenas de hombres y mujeres de facciones similares a los indios de América, realmente es como entrar en un mundo distinto. Ellos, envueltos en abrigos tres cuartos, forrados de lana de yak, con mangas larguísimas, sombreros variados; ellas, con cintas fucsia en el pelo, cinturones multicolores, anillos gigantes, amuletos increíbles. A la mañana siguiente y después de cinco horas atravesando unos cañones y parajes abruptos e increíbles, llegamos a Damba, Sopo, Zaouglu y Jaijou, los pueblos que visitamos.

Desde que el turismo se ha popularizado en China el gobierno está rehabilitando de manera exagerada los lugares más antiguos y bellos. Zaoglu y Jaijou no son una excepción y ya se puede observar una labor incipiente de ‘reconstrucción’ para agrandar las calles, instalar comercios, pintar las casas e instalar el ‘ticket office’. Sin embargo, tal es la belleza de estos pueblos y la fuerza de su gente, que una vez dentro, se te olvida que has pagado entrada y solo quieres acercarte a ellos y mirar, mirar y mirar.

Las casas tibetanas suelen ser de dos pisos, y la parte de arriba termina en una espacio aterrazado con una torreta desde donde se cuelgan las banderas multicolores con las oraciones. Ellos piensan que el viento al agitarlas se lleva las plegarias cerca del oído de los dioses. Las puertas y ventanas están decoradísimas, con mucho color y formas geométricas y de animales, ¡donde el dragón es el rey! Alrededor de las casas, campo cultivado, árboles frutales, puentes colgantes conectando las orillas de encajados y caudalosos ríos, montañas...y todo ello salpicado por decenas de torres de vigilancia construidas hace mas de 800 años durante la dinastía Qing. Es bellísimo.

1 comentario:

  1. Hola!
    Qué bien que nos vais contando, y qué interesante.
    Uno de los comentarios que mas me ha interesado es lo trascendente del tema del lenguaje escrito en China. Aquello de que se leen las instrucciones de un videojuego igual que un libro de Confucio. Eso significa también que Confucio podría leer también las instrucciones de un videojuego!!......Sólo deciros que os admiro por la resistencia. No creo que sea fácil practicar el nomadismo durante tanto tiempo. Pero por las imágenes se trasluce que vale de verdad la pena. Que se os echa de menos, a David desde aquí, y que os enviamos un abrazo desde un lugar peculiar y ahora lejano del planeta al que habéis decidido tomar el pulso.
    un abrazo,

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