domingo, 18 de abril de 2010

Los amigos de Chiang Mai (Silvia)





Por fin estoy con Camilo y Ana Julieta. La idea de venir a Tailandia no era otra que pasar tiempo con estos queridisimos amigos. La alegria es inmensa, nos da risa pensar en este magico reencuentro, tan alejado de nuestros espacios comunes. A Ana hacia tres años que no la veia, a Camilo, casi cinco; imaginaros entonces las ganas de conversa, de saber del otro, de contarle, de escuchar, de estar juntos. Fueron unos diez dias intensisimos, como suele ser la vida cerca de ellos. Los dias eran largos, hay que madrugar, visitar, y celebrar hasta la noche. La casa de estos amigos que os cuento, es una casa embrujada, parece pequeña, parece una propiedad privada, pero ni es pequeña ni es privada. Es una casa en continua metamorfosis, sus puertas se hacen grandes cuando oyen venir a los amigos de los amigos, sus paredes desaparecen para crear espacios comunes de intercambio, el jardin se acicala para alargar las noches y los encuentros.
Como siempre cuando estoy con ellos, me voy con el corazon lleno, la sangre en punto de efesvercencia, la cabeza repletita de cosas que pensar, y el alma contenta.

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